La magia de la literatura griega antigua y de su mitología radica en gran parte en su capacidad para reflejar y plasmar en sus historias la inmensidad del universo emocional de los seres humanos, desde sus conflictos personales más trascendentes a sus anhelos más elevados. Grecia, la cuna de nuestra civilización occidental nos dejó entre muchas cosas un inmenso legado cultural de la existencia humana.
De entre todas las obras griegas el poema épico de la Odisea de Homero es uno de los más destacados y universalmente conocidos. En él se narran las dificultades que sufre Ulises en su heroico viaje de regreso a Ítaca y se abordan diferentes temas, entre ellos la fama y la gloria personal, la perseverancia, la esperanza, el amor, la muerte, la rebeldía contra los dogmas establecidos y la nostalgia y añoranza del hogar combinada con la frustración por la imposibilidad del regreso.
Este último aspecto es en el que se basó Joseba Achotegui para postular su teoría del “Síndrome de Ulises” o “síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple”. Este síndrome se caracteriza por síntomas de estrés severo que surgen en respuesta a situaciones extremas de duelo migratorio extremas que la persona no puede elaborar ni superar. Cursa a menudo con síntomas somáticos como insomnio, tensión, fatiga y diferentes problemas físicos, además de problemas cognitivos, irritabilidad y depresión.
Este síndrome seria el agravamiento y cronificación de los síntomas típicos del llamado “duelo migratorio”. Éste es el proceso en que la persona emigrante sufre un periodo de desapego y desarraigo por la pérdida de su hogar, su entorno, familia, amigos y costumbres cosa que puede ocasionar sentimientos de tristeza y soledad además de síntomas de estrés al afrontar el conjunto de cambios en su nueva vida. La elaboración adecuada de este duelo va unida a la adaptación al nuevo lugar y a la consecución de los objetivos que se perseguían con el proyecto migratorio, consiguiendo superar los sentimientos abrumadores de un principio, cosa que no excluye conservar una sana nostalgia del hogar y la tierra de origen.
Mi intención al exponer estos conceptos, aparte de poder aportar un poco de luz sobre los sentimientos y procesos psicológicos que van unidos a la migración es realizar una crítica respecto dos aspectos polémicos de actualidad.
Humildemente me gustaría poder generar un cambio de perspectiva, en la medida del eco que puedo generar como profesional desde aquí y de la voluntad de cambio de mentalidad de quién me lea, respecto a la concepción peyorativa que tiene gran parte de la población sobre los inmigrantes. Sería conveniente reflexionar sobre la situación de miseria y pobreza que viven estas personas en su país de origen y que les lleva a emprender un proyecto migratorio lleno de riesgo e incertidumbre que puede comportar como he explicado anteriormente un gran sufrimiento psicológico. Además de las dificultades propias de un cambio de vida radical de este tipo se encuentran con ciertas personas que les tratan con odio y desprecio, con un rechazo abominable hacia ellos como si fueran la causa de todos los males.
He escuchado y sentido en vivo el testimonio doloroso de personas inmigrantes que han vivido situaciones de desprecio y rechazo de este tipo y solo podría desearle a aquéllos que llevan a cabo ofensas y ataques contra estas personas que algún día sufran la misma situación para comprender el daño que hacen.
La segunda crítica que quiero realizar es hacia los descerebrados que ostentan el poder en este país, y que nos han arrastrado a la situación en que estamos, que tienen la desfachatez y el poco sentido común de alegrarse de que los jóvenes de nuestro país tengan que marcharse al extranjero, para buscar un proyecto de vida mínimamente estable y acorde con las expectativas que nos generaron, porque dicen que es bueno que haya movilidad de los jóvenes hacia el extranjero. Un despropósito tras otro. Obligan a nuestra generación (una de las más preparadas académicamente) a buscar en el extranjero un proyecto de vida digno, huyendo de su tierra y de la miseria y desesperanza que crece en ella para construir su futuro lejos de aquí, con las dificultades que eso implica.
Espero que con este artículo podamos ponernos en la piel y comprender mejor a todas las personas que se van y que llegan al país buscando algo de esperanza para su futuro, tener mayor empatía con ellos, aunque puedan tener diferente color de piel o un acento distinto al nuestro son seres humanos como nosotros con los que compartimos el mismo cielo. Todos tenemos derecho a luchar por una vida digna, si no puede ser en nuestra tierra de origen por desgracia, en otro lugar.
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